Arrancando margaritas
a la orilla del camino.
Se pregunta mi pequeña.
¿Me quiere o no me quiere?
Mientras en sus mejillas,
dos surcos se van labrando
en lágrimas de agua y sal,
brillan sus ojos desiertos
mirando hacia el horizonte.
Perdidos en un dolor
que ya ha perdido su nombre;
amor.
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Encontremonos en el recuerdo, en el silencio, en las miradas perdidas, en el dolor y la alegría, el los suspiros ajenos, en habitaciones vacias con vistas a cobertizos desiertos. Encontremonos aquí, en mis desencuentros.
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