Caballero noble, justiciero de alta cuna.

Cual caballero de oxidada armadura
blandiendo su espada de oro.
Es guerrero de antifaz,
justiciero de alta cuna.
Pone su empeño, del derecho y el reves.
Alza su escudo, emplea su esgrima
sin conocer pudor ni albergar desidia.
Conocido es su lema,
a necias palabras, oidos sordos.
¿Pues cual es así la afrenta
que ha de motivar su ira?
No existe afrenta alguna,
mas que a la que él mismo se condena.
Noble caballero,
noble tu esperanza;
albergar pureza es tu desesperanza.
Triste caballero,
tristes tus andanzas;
aunas esfuerzos en corregir agenas labranzas.




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Encontremonos en el recuerdo, en el silencio, en las miradas perdidas, en el dolor y la alegría, el los suspiros ajenos, en habitaciones vacias con vistas a cobertizos desiertos. Encontremonos aquí, en mis desencuentros.