Cansada

Cansada entre el olvido y la noche;
me deplomo deshojada
donde cayeron los fuertes,
allá donde los débiles perduraron.

Así, alojada en el silencio,
me escondo en la soledad de
esta alma nueva; que de antigua
se escoge en la oscuridad de mi pecho.

Y digo:

¡Oye, viento!
Escucha el silbido lento
del anochecer cayendo en el horizonte.
Ya esta aquí la tranquilidad,
la tormenta pasada.

Hasta que vuelva
a florecer entre aburridos espinos,
la despedire en un sueño, dormida.
Que vuelva pronto a la vía.
Que vuelva pronto a mi sangre roja la vida.

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Encontremonos en el recuerdo, en el silencio, en las miradas perdidas, en el dolor y la alegría, el los suspiros ajenos, en habitaciones vacias con vistas a cobertizos desiertos. Encontremonos aquí, en mis desencuentros.