lunes, noviembre 29, 2004

Mensajes

La arena estaba humeda y caliente, a pesar de que era ya final de octubre. Por estas fechas deberia haber estado todo mucho más frio, pero por algún motivo que le era totalmente desconocido, aun se podia estar allí, en manga corta y con los pies mojados cuando el día iba oscureciendo. Miraba absorta las olas, como suaves se acercaban a la orilla lamiendo la arena, dejando tras de sí la sal que venia de allende los mares, de un oriente, no muy lejano, pero si desconocido. La vida, o las circustancias, no le habian permitido viajar mucho. Cosa que no lamentaba demasiado porque le gustaba su hogar hasta límites insanos. Pero esto no le impedia, sin embargo, soñar con playas lejanas y vidas ajenas a la suya, con sus idas y venidas, con sus altos y sus bajos. Le gustaba la idea de quedarse allí, quieta, junto a la orilla, con los pies sintiendo la brisa del anochecer mientras imaginaba, personas y personajes de historias y fantasias, con rostros perfilados de tez morena y ojos profundos, azules como los de algún mar que no conocía.

Estaba casí entrance, cuando cayo en la idea, de que era posible. Porque no, penso. La vida era un sin fin de momentos casuales, más o menos afortunados. Tal vez al otro lado de este mar haya alguien que, como yo, este en este instante sentado en la orilla de este mismo mar imaginando mi vida y poniendole ese rostro a esa cara que no conoce. O tal vez no sea hoy ni mañana, tal vez algún día esta misma sal que hoy acaricia mis pies, acaricie los de otro, en otra playa perdida en un horizonte lejano y le lleve con ella estos pensamientos que ahora son mios y entoces seran suyos. Seria como si este ancho mar con su sal fuésen la botella que tantos otros lanzarón en su día y como si estos pensamientos no fuesen solo mios, sino un mensaje, calmado, suave, compartido por todo aquel que un día se acerque a este mar a soñar mientras siente el agua calida.
Lentamente, sacó los pies del agua como en un ritual y dejo marchar la mar, su sal y esos pensamientos de los que había disfrutado, pero que nunca habían sido suyos y se fue de esa orilla, con la promesa de volver para tener de nuevo la oportunidad de recoger el mesaje, para poder dejarlo marchar otra vez, otro día.


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Encontremonos en el recuerdo, en el silencio, en las miradas perdidas, en el dolor y la alegría, el los suspiros ajenos, en habitaciones vacias con vistas a cobertizos desiertos. Encontremonos aquí, en mis desencuentros.

3 comentarios:

ss dijo...

que bien te echeaba de menos.

Cale dijo...

Pero si yo nunca me fui. Solo que estaba en silencio...

Isthar dijo...

Pues nos gusta que tengas cosas que decir ;)